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Sobre literatura infantil y juvenil. De reportajes y polémicas…

(Porque la literatura infantil es antes que nada, literatura. - Paloma Muiña)

NOTICIA:

La literatura infantil y juvenil está de moda. Una vez más. Se acerca el verano y los rotativos desempolvan reportajes sobre las tendencias LIJ y consejos a los sufridos padres y a los perdidos adolescentes. Se acerca el verano y florecen las listas de recomendaciones y las reflexiones de unos y otros acerca de lo que leen (o no leen) los niños y jóvenes. Que, por cierto, también leen el resto del año.


Estoy un poco harto de opiniones, reportajes, columnas y sermones acerca de la LIJ basados en tópicos, lugares comunes, anécdotas y polémicas tan puntuales como poco representativas. Análisis superficiales, desconocimiento del panorama literario juvenil, falta de rigor y una simplificación tan burda que provocaría sonrojo si no fuera porque se hace desde tribunas presuntamente cultas con criterios presuntamente formados que tienen una influencia importante en la opinión pública y en la imagen que en el ámbito de la cultura se tiene de la literatura infantil y juvenil.


Abundan en estos reportajes concepciones reduccionistas de la literatura juvenil (como género menor), declaraciones de autores sacadas de contexto y un desprecio importante a la labor editorial que no, no solo es una labor comercial cuando se trata de seleccionar literatura para niños y jóvenes. Abundan también “citas” y argumentos de autoridad que son cuando menos cuestionables: Escritores de “adulto” que niegan la mayor y se envuelven en el tan castizo como casposo “en nuestros tiempos” se leía de todo y miren qué bien hemos salido… En primer lugar, estos ya no son “nuestros tiempos” (afortunadamente) y en segundo y, a riesgo de caer también yo en la polémica gratuita, permítanme que lo dude: los que menos leen hoy son… los adultos; y, a juzgar por algunas de sus obras, el gusto de algunos autores veteranos sí se vio afectado (para mal) por sus precoces lecturas juveniles. Tal vez leer a Gogol y Tolstoi a los 12 años no sea tan enriquecedor y fértil… tal vez. “Expertos” apocalípticos que juzgan la literatura infantil y juvenil en dos (o como mucho tres) bloques simplistas y simplificadores: comercial, “pestilentemente” educativa y excepcional. En algún caso acompañado además de referencias a editoriales y autores que encajarían exclusivamente en uno de esos bloques.


La literatura infantil y juvenil está dignamente representada por autores que cuentan en su haber con obras “comerciales” (de las de librería que no se leen en el colegio), que se recorren también el país dando charlas en colegios e institutos acerca de sus obras “recomendadas” y que de vez en cuando escriben “algo distinto” que no encaja en uno ni otro bloque, que se sale del mercado o del gusto común. Autores que escriben siempre con el mismo cuidado, con la misma intención de estilo, con la misma calidad literaria, con mayor o menor acierto, pero formando parte como en la obra de cualquier creador de una evolución personal y artística influida por elementos intrínsecos y ajenos pero siempre honesta y llena de respeto al lector infantil y juvenil.


La literatura infantil y juvenil está repleta de una gran diversidad de géneros, de propuestas, de obras de un altísimo valor literario, de apuestas arriesgadas y de oferta que sigue el gusto del público y las tendencias comerciales. Cada dos años (más o menos) la Fundación SM publica un informe acerca del panorama de la LIJ en España e Iberoamérica que da cuenta de cuáles son las líneas predominantes. Es un informe eminentemente descriptivo que refleja con fidelidad la riqueza y la complejidad de una literatura (con o sin apellidos) que cuenta con los mismos problemas, las mismas zozobras y las mismas fortalezas que cualquier otra. Existen también investigadores en el ámbito universitario (amplísima y dignísimamente representado por profesores y doctores de nuestra Universidad de Zaragoza como Rosa Tabernero o José Domingo Dueñas) que ponen de manifiesto la inmensa variedad de la literatura infantil y juvenil, su infinidad de tendencias y matices, también sus carencias, sus debilidades y sus retos.


Como lector, como bibliotecario escolar, como profesor, como mediador, como apasionado de la literatura, como estudioso… estoy un poco harto de análisis superficiales del mercado, de opiniones a la ligera, de falta de rigor. Estoy cansado de que se ponga el foco en la polémica (el humor, la censura, el didactismo…) pero no en lo que la literatura infantil y juvenil aporta a la construcción de lectores (y personas) críticos, autónomos, comprometidos e implicados en un mundo que se percibe con más matices, más rico, más plural, más auténtico… gracias a la lectura.

- Consulta el artículo original aquí: https://goo.gl/mLGdF3

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